Por Jimena Sampataro @mjs__23
María Magdalena es una de las firmas de cosméticas naturales precursoras del país. Un proyecto que nació cuando Magdalena Avalos, después de una intensa experiencia con el ayuno, se puso una crema y enseguida sintió el sabor en su boca. Así entendió que tenía que crear un alimento para la piel, algo más saludable de lo que usaba habitualmente. A partir de ahí, empezó a investigar sobre el tema y María Paz Sovrado se unió al emprendimiento. Juntas eran las alquimistas que se encargaban de combinar aceites esenciales y todo tipo de ingredientes naturales para lograr sus productos.
Cansada del marketing y de la vida corporativa, Andrea Ormilugue empezó el profesorado de yoga, y a través de su interés por la medicina ayurvédica fue que se encontró con quienes se convertirían en sus socias. Así nació María Magdalena, que comenzó con tal sólo cuatro productos y un solo objetivo: el de reglamentarlos a todos para que sean naturales, veganos y cruelty free, la primera marca certificada por la Anmat y certificada por OIA (Organismo Internacional Agropecuario).

“En María Magdalena, tenemos tres pilares bien claros. El primero es el skin food, hablamos de cómo alimentar la piel. La piel se alimenta, más allá de lo que comemos. Por eso todos nuestros productos tienen el nombre de algún alimento como el kale o el goji. Hacemos mucho foco en eso. ¿Qué le damos a la piel? porque el estado de ánimo, la emocionalidad, eso también nos afecta. No pensamos tanto en la piel grasa, seca, vamos por otro lado. Somos una marca inclusiva, y estamos abiertos a escuchar y a no tener un solo discurso. El segundo pilar es el autoerotismo, y nos referimos al contacto con el cuerpo. Hablamos mucho de conectar con el cuerpo a través de los productos. Hay rituales que recomendamos; todo para invitar a este contacto. Usar los productos de María Magdalena es mucho más que hidratarse, es conectar con uno mismo. Con la rutina, perdimos un poco la conexión con nuestro cuerpo y nosotros queremos poner el foco ahí. Porque creemos que el camino es ese, contactándonos con nosotros. Y por último, la sustentabilidad, nuestro tercer pilar. Tratamos de ser todo lo sustentable que podemos. A veces con el tema envases en Argentina es muy difícil. Por eso tenemos algunos de plásticos, pero estamos haciendo un cambio de piel. Porque pronto nuestros envases serán todos de vidrio, sin etiqueta, con serigrafía. Y lo que es la línea baño, que ya empezó a suceder, en aluminio. Tenemos la intención de abrirnos al mercado de amenities de hoteles, vamos a tener bidones apoyando a la sustentabilidad, junto con la opción de refill” nos cuenta Andrea Ormilugue.
”Siempre digo que el camino fue abriendo caminos. Cuando empezamos, llegamos al laboratorio con el que trabajamos y éramos las primeras. Ahora están todas las líneas ahí. Fue lindo ir abriendo caminos. Es la posibilidad de que muchos puedan acceder a la cosmética natural. Ojo, también hay que tener mucho cuidado porque varios dicen que lo son y, en realidad, no. El marketing es confuso, pero nosotros seguimos en lo nuestro, usando siempre productos nobles. Trabajamos directamente con los productores que tienen un cuidado muy especial con los árboles y las plantas. Nosotros los conocemos; es un trabajo muy genuino y verdadero. Nos involucramos en los procesos, en la producción, en todo. Si hablamos de nuestro producto más vendido creo que sería Kale, una crema liviana de cara, aunque el Néctar es otro gran favorito de nuestras clientas. Un serum nocturno de rosa mosqueta con vitamina E, que descubrimos que tiene otros usos”, concluye una de las creadoras de María Magdalena que termina el año con un gran desafío: están próximas a exportar sus productos a Japón.